miércoles, 3 de abril de 2013

3.4

Hoy no fui a clase. Me desperté temprano y me quedé en cama. Todavía no he salido. Me senté en ella y miré por la terraza hacia el cielo. Está azul claro, con algunas nubes tapando el sol al fondo. Cuando lo miro, dejo de sentirme mal. Creo que es porque quiero irme de este mundo asqueroso, y el cielo es el lugar donde quiero estar. Odio esta ciudad. Odio estar sola. Todo el mundo parece apoyarme, pero sé que estoy sola. Siempre lo estoy, vaya. Me tomé dos pastillas de las de la noche hace un rato, a pesar de que no me tocan tan temprano y luego tendré que repetir, pero fue para intentar callar las voces. Las voces... Son las únicas que cuando estoy mal me persiguen vaya a donde vaya. O son las únicas que me persiguen vaya a donde vaya hasta que esté mal. Llevo más de 24h encerrada en mi habitación y no me apetece nada salir, la verdad. El mundo exterior es horrible, no es compatible conmigo. Intento adaptarme, pero todo acaba haciéndome daño y produciéndome esa ansiedad y ese agobio tan propios del día a día. La psiquiatra me recomendó que fuera a hacer terapia con la psicóloga. Fui un día, y no creo que vuelva. No me entiende. Le echa la culpa a mis padres, pero ellos no tienen nada que ver. Simplemente soy diferente a ellos, y a todos. No encajo aquí, por eso quiero irme. Las voces me dan ideas para escaparme, pero todas me parecen demasiado cobardes... Al igual que todas las voces lo son. Alguna es como una caricia, suave, me hace sentir abrazada aunque solamente exista en mi cabeza. Hay otra que es como gris y áspera, muy ruda, que entiende mi desacuerdo con el mundo y me produce ira cuando me habla. Hay una femenina que es la que siempre está conmigo, aunque las demás también me hablen, esa jamás me abandona. Está siempre triste, decaída, por mi. Me dice cosas como ''¿Por qué nadie te quiere, a nadie le importas? No lo entiendo, nos esforzamos por ello y no sé qué puede fallar'' y por el estilo. A veces me da pena. Hay alguna que otra más, pero la más importante para mi apenas sale a veces, es como la madre, que hace callar a las demás cuando estoy perdida y no sé qué hacer. Las calla a todas, y luego me deja pensar por mí misma. Esa voz me quiere. Me apoya en todo. Es dura a veces, pero lo hace por mi bien. Alguna vez aparece en mis sueños, como una persona o un animal, y yo puedo interactuar con ella como si fuese algo físico, como si estuviese fuera de mi mente. Es la madre de todas las voces.
Lo que llevamos de año, apenas 3 meses y 3 días, me pasaron y pesaron como si fuesen dos años enteros. He vuelto a no dormir, a los sueños agónicos y angustiosos de siempre, a recordarlos. A llorar por el día y a intentar no hacerlo por las noches, a odiarlo todo y a no saber qué hacer con nada ni nadie. Esto de la vida es más complicado de lo que yo creí que podía llegar a ser al principio de todo.

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