martes, 11 de junio de 2013

11. Nueva mujer llamada frustración.

Insatisfacción. Es lo que encontré esta última vez. Dejé la hoja serrada y muy afilada deslizarse y penetrar en mi piel, como en una danza erótica dejé que jugara con mis miembros sin romperme demasiado. Quizá fue eso lo que falló... Me senté en el baño, como siempre, remangada y de lado. Me encogí y me miré. Jugué, bailé con mi herramienta por encima del tejido que luego intenté satisfacer. Tenía ganas. Lo necesitaba. Es como una droga, la sensación de satisfacción, esa especie de orgasmo sensorial, esa adrenalina... Y empecé. La puse en la línea de salida, presioné y corrí con ella. Al parar sentí cómo salía de entre  la piel abierta. Pero era un dolor agudo sin más, no traía nada nuevo. Volví a hacerlo, ''algo estaré haciendo mal'' pensé. Y pasó lo mismo. Hasta la aparté.
¿Dolor agudo y rápido? ¿Qué mierda es ésta? Probé en el brazo, el antebrazo, el muslo, el gemelo, la mano... Nada.
Empecé a desesperarme. No podía llegar al clímax tan ansiado. No pude satisfacer mis necesidades, mi ''oscuro pasajero'' quedó tal y como estaba, y yo peor que antes, quitando las heridas. Intenté abrirlas, a ver si lo que faltaba era el brote repentino de sangre de siempre. Pero ni eso. Es un cuchillo nuevo, muy afilado y con sierra hasta la mitad del mismo. Lo saqué de entre la piel y llevaba mi marca de sangre en la hoja, recién estrenada, y nueva. Decepcionada como mujer que busca un hijo y se casa con un hombre estéril, me levanté y salí, con el cuchillo en la mano. Ni siquiera limpié las gotas de caían a lo largo de mis miembros y dejaban pequeñas marcas en mi blanco camisón. En cuanto abrí la puerta, vi a mi compañera pasar por delante y sonreír, hacia la cocina. A hacer la cena. ''¿Y si pruebo con ella...?'', pensé. Y admito que esta vez no fue el convertirme en un monstruo lo que me refrenó, sino la tremebunda decepción que llevaba encima.
Y aquí estoy ahora, sentada en mi cama intentando llegar a donde no pude por primera vez desde los 10 años. ¿Qué me pasa? ¿Qué es esto? Me siento como si acabase de tener un gatillazo. No comprendo nada de lo que está pasando a mi alrededor. Miro por la terraza, me deja ver que está oscureciendo. Y me deja ver la luna. Blanca, como la dama que necesito encontrar ahora mismo... Y lo único que tengo es una mujer vestida de color lima oscuro en mi cama, acariciándome el muslo sonriendo, repitiéndome una y otra vez ''Me llamo Frustración, soy nueva para ti, pero creo que voy a quedarme una temporada por aquí.'' Y no la quiero, no la necesito en mi vida. Es la única mala señal...
Cada vez que me veo más aferrada a la vida, es porque ésta última se enmaraña en mis cabellos con sus ramas putrefactas y tira de mi. El vestirme de luto cada día es por el simple hecho de seguir cada día más viva que el anterior. Mi dama blanca está ahí fuera, escondida, la vida no me deja salir a encontrarla. La necesito, como un recién nacido necesita el olor de su madre, y me siento impotente al no poder salir a abrazarla. La vida nos separa, la existencia es el eterno infinito entre mi madre blanca y yo.




martes, 4 de junio de 2013

4.5 - La dama del velo granate.

La sensación... La sensación lo es todo. Ahora mismo, estoy en ese momento de mi vida en el que comprendo que el ser humano siente una atracción imposible de refrenar hacia lo desconocido, hacia aquello que su mente no alcanza a entender. Y hoy, queridos, lo desconocido soy yo.
Empiezo a darme cuenta de la atracción que sienten quienes me rodean hacia mi, ya sea por deseo sexual, por sentimientos varios, por la necesidad de ayudarme... Lo que sea. Todo el mundo tiene la misma sensación cuando piensan en mi, o cuando están conmigo. No lo entienden. Yo tampoco, a decir verdad, pero no es que sienta una fascinación especial hacia mi. Pero ellos... No sé que es lo que les atrae a mi, quizá el erotismo hacia la nueva especie de monstruo que soy yo, quizá la lástima hacia la única en su especie, o quizá las ganas de responderse el ''¿Por qué?'' que se guarda bajo mi nombre. Lo que tengo claro es que es un problema para mi, pues supone la desintegración del concepto asumido que tenía para mi vida de soledad y de pasar desapercibida entre los demás.
Aunque admito que podría aprovecharme de ello, saciar mis instintos más agudizados aprovechando el furor que causa el pequeño monstruo que guardo en mi interior. Pero, a pesar de todo, no lo hago. Tengo conciencia. O eso creo.
Estoy perdida en mi propio mundo, y hasta que no pueda escapar del mismo, no sabré cómo llegar al mundo real. Necesito que alguien o algo tome las riendas por mi, y dejarme arrastrar. Quizá la dama de blanco sepa llevarme a donde necesito estar, en la realidad. Y quizá ella sepa también por dónde sacar toda la oscuridad y los chillidos que guardo en el pecho desde hace tantísimo tiempo. La nueva dama es una buena compañera de viaje. A pesar de ser la propia desesperación, acabas encariñándote con ella, acabas durmiéndote encima de su largo velo granate y entre sus frías y ásperas manos, a las cuales acabas acostumbrándote, llegarás a sentirte protegida.
Voy caminando con ella, y me refugio en ella. Fui capaz de sacarla de mi interior, pero no quiero soltarla. Al principio, lo único que quería era ahogarla entre mis propios dedos, pero ahora... La desesperación es lo único que no me abandona, que siempre está conmigo. Sigo el camino hacia la gran sorpresa arrastrando un montón de damas desconocidas dentro de mi, y con ella de la mano. Va tapándome las heridas abiertas por las que logró salir con las manos. No le importa empaparse de mi sangre con tal de mantenerme con vida.
¿Será a ella a quienes ven los demás al mirarme? ¿Será por ella por lo que los demás sienten el erotismo y la atracción mental y sentimental en el aire cuando estoy cerca?
No lo sé. Y tengo la ligera impresión de que hasta dentro de mucho, no lo descubriré.