lunes, 30 de diciembre de 2013

Feliz cumpleaños, diario.

Hace un año que esto está en pie. No soy capaz de comprender qué ha pasado durante todo este año para llegar a aferrarme de tal manera a la simple escritura para mi misma, no creí que fuese a durar más de dos semanas.
Un año. En un año me he esfumado. Medusa me ha mirado a los ojos y me ha tirado a la piscina. Mi interior ha muerto y se ha podrido dentro del cuenco que es mi físico. He dejado que mis damas estuviesen lo suficientemente hambrientas para volverse wendigos, y devorarme. He sido una caja vacía durante meses. Una caja de cumplía sus funciones, que ha seguido existiendo por alguna razón. Una caja que necesitaba un regalo que guardar. Y cuando mi interior se desintegró y cicatrizó todo aquello que había derramado, empezó un nuevo período de gestación, un nuevo ser. Un regalo al fin. Un regalo totalmente nuevo, pero una evolución del anterior al mismo tiempo. Mi recipiente se fue haciendo más fuerte, más sólido y bonito cuanto más crecía ese bebé interior. Era ese bebé que tenía instintos adquiridos del anterior inquilino de ese útero andante, y había visto antes de abrir los ojos el dolor, el placer, los llantos y las risas, la alegría, la rabia, la impotencia y la felicidad, el amor, el desamor, los errores...
Soy una persona difuminada, todavía no estoy materializada al completo, porque me falta materia que convertir. Salir de la nada es complicado.
Soy un monstruo nuevo. Diferente, pero sigo siendo un monstruo. No tiene porqué ser algo malo, puedo sacar cosas buenas de ello. O al menos en eso confío.
Soy un nuevo animal. Un poco más salvaje, protector y agresivo que antes, pero también más dócil y fiel a lo que de verdad debe serlo.
He aprendido que no todo lo que te hace sentir bien es para siempre, y que no todo lo que te hace sentir mal lo hace eternamente. He aprendido a salir adelante, he aprendido a querer a quienes me quieren, he aprendido a hacer daño a quienes me hieren, he aprendido a saciar mis ansias, he aprendido a llorar y a reír... En tan solo un año. Me siento en la imperiosa necesidad de agradecerle a las pocas personas que han estado conmigo antes y después, que me han amado y me han hecho las curas que hayan gastado segundos de sus vidas pensando en mi, preocupándose por mi existencia alguna vez. Son las únicas personas hacia las que me agrada controlar mis instintos, las únicas cosas por las que en el mundo yo daría todos los astros y me quedaría con una noche eterna sin luna ni estrellas. Solo porque se lo han ganado.
Hay muchas otras personas que también creyeron ayudarme. También creyeron quererme, y que yo les quería/quiero. La mayoría de las personas a las que conozco, de hecho. Pero me consta que no estaría bien desatar a mis bestias y dejar que los devoren. Ni siquiera dándoles un poquito de ventaja. Son esa clase de monstruos a los que no quisiera parecerme jamás, monstruos que utilizan las sensaciones que provocan en los demás para alimentar su ego... Monstruos que te mienten y utilizan, monstruos que te engañan, te hieren, se mofan de tu orgullo herido... La clase de monstruos que hacen que dentro de mi hiervan el odio, la ira, el rencor, la rabia, la impotencia, las ganas de desgarrarles el alma, de partirlos en varios trozos y devorarlos... Pero, otra cosa que he aprendido, es que no puedes ir a la caza de los de tu especie sin esperar ser una presa a la que atrapar también.
Ha sido un año muy largo, con sus momentos duros y eternos contrarrestados por las minucias donde la tranquilidad reinaba en mi mente. Lo cierto es que salgo bastante conforme de este año desastre con lo que arrastro conmigo, y sobre todo, con lo que pude dejar atrás.


miércoles, 18 de diciembre de 2013

Mimosa púdica.

Me cuelo en tu realidad con los ojos cerrados, vestida de blanco y con la mirada profundamente anclada a tu subconsciente. No sabes quién soy, pero lo sabrás. Me ves. Me conoces. Me hablas. Sin saber cómo, te robo el sueño poco a poco. Piensas que estoy a otro nivel, y realmente no te equivocas. Cada vez que cierres los ojos, vas a verme. Vas a ver mi piel tibia bajo tus manos ansiosas. Vas a ver mi boca acercándose a tu cuello, y mis manos rodeándote. Vas a ver mi cuerpo desnudo bajo tus sábanas, pero encima de ti, y mis ojos fijados a los tuyos, leyendo tus deseos a través de ellos. Vas a suspirar. Vas a sentir esas acrobacias en el estómago cuando me veas, Vas a pensar en mirarme por la calle y comprender el secreto que guardamos tú y yo. Vas a contar las gotas de mi saliva que van a ir recorriendo tu cuerpo tumbado de arriba a abajo. Vas a engancharte, pero no por mucho tiempo. Sentirás algo intenso y efímero a la vez, que te hará recordarme al poco tiempo como aquella persona que despertó tu libido hasta puntos que no creías capaces. Podrás obtenerme, no soy un tesoro que guardar. Podrás acorralarme contra una pared y desintegrar mi ropa, siempre pensando que la presa eres tú. Pero nunca pensarás en qué es lo que yo siento. Nunca serás consciente de que, en el momento en el que tu piel y la mía estén pegadas por todos los sitios posibles, yo seré débil, y quizá sea yo quien caiga en la trampa en la que creías que tenía preparada. Seré intensa para ti, seré algo bello, seré el cuerpo al que agarrarás con todas tus fuerzas y besarás. Seré tu aire, seré la mirada y la sonrisa que veas cuando abras los ojos después de desfogarte en mis los rincones más escondidos de mi cuerpo. Seré la piel erizada que notarás cuando eleves tus manos desde mis caderas a mi pecho descubierto y lo aprietes contra tu persona. Seré lo que tú más desees. ¿Pero qué serás tú para mi? Serás la mirada pálida sobre mis senos, serás las manos que aprieten mi carne contra ti en un intento fallido completamente de relajar la tensión sexual en el ambiente. Serás quien intente desabrocharme la camisa con simplemente mirar sus botones. Pero nada más. Nunca pensarás en qué o quién soy yo. Me quedaré en tu subconsciente como aquella mujer a la que te entregaste sin pensártelo y que hizo volar tu imaginación. Me quedaré en la bruja que supo conducir tu sangre hacia donde más le interesaba. Seré tu recuerdo sexual más dulce, lo prometo.