viernes, 23 de agosto de 2013

8.23 Jaque.

Los psiquiatras y psicólogos escuchan con atención todo aquello que yo les relato, mirándome con esa cara de depredador ante su presa, de corredor ante el premio de la carrera. Me miran como un objeto. Pero lo que más gracia me hace es que me tratan y me medican como si mi propia vida tuviese arreglo, como si fuese de la cabeza. Ignorantes... No se dan de cuenta de que lo que me pasa es que mi alma está rota. Creen que van a tratarme, que voy a curarme. Creen que sacando todo el pus y la sangre muerta que llevo dentro de mi van a conseguir algo, y no se detienen. Me tienen en jaque. Cada vez que vuelvo por obligación me hacen repetir lo mismo una y otra y otra vez. ¿Con qué voy a rellenar yo el hueco que quieren quitarme? ¿Voy a quedarme vacía solamente por arrancar esos monstruos que me acompañan? No sería lo mismo.
Creo que a estas alturas no podría vivir sin todos los monstruos que llevo dentro. No me imagino el existir simplemente en una habitación, tranquilamente, sin notar cómo me acarician, me arañan, me susurran y me hacen entrar en pánico. ¿Realmente es la mejor opción, quedarme vacía y sin alma o abrazar los pedazos que me quedan como una madre abraza a su bebé muerto? Me sentiría completamente vacía al pasar por el puente y no escuchar ese ''ahí debajo estarías mejor...'', no podría soportar estar sola en mi cabeza. Además de que, eses pequeños monstruos son los que me hacen atractiva en el sentido de persona a los demás, es lo único por lo que los demás se acercan a mi.
Mis monstruos... En mis sueños los veo, vestidos que sus colores, como unas hermosas damas, que es de hecho como yo los llamo. Me destrozan la vida, y eso es un hecho, pero son lo único que queda de mi. Son partes de mi sin las que yo dejaría de ser más que un pedazo de carne andante.

miércoles, 21 de agosto de 2013

21. Niebla.

La niebla es hija de la dama blanca. Me abraza, me aparta de la realidad, escondiéndome de los peligros que me acechan. Me hace apartarme de la maldad que me rodea e incluso de la que llevo dentro. Me deja entrar en ella misma, me acaricia estando en la intimidad. Entra por mi ventana, fría y muy suave. Me protege de mi misma. Me dice que todo va a estar bien. Me separa de mis damas. La niebla es la hija de la dama blanca, y pronto vendrá a buscarme de nuevo para no volver jamás.
Me he deshecho de las damas que habitaban en mis sentidos y en mi mente. De todas y cada una, aunque a veces aparecen espectros que me llevan detrás de ellas, algunas sobras dañinas que me alejan de mi camino. Todas en general están erradicadas de mi vida... Excepto ella. Sigo esperando su llegada con ansia, es amor lo que siento, esa sensación de hormigueo en el estómago cuando pienso en su largo manto blanco, su pálida piel y su larga melena. Su rostro, sus gestos, lo que ella misma representa para mi... Es mi salvación. Mi dama blanca... Ven pronto, ven por mi, no me dejes caer en esta espiral de confusión y autodestrucción que estoy creando yo sola. Ayúdame a acabar con todo aquello dañino para mi, aunque esté hablando de la propia vida. Llévame contigo, permíteme la paz.
Tengo el alivio de que al mirar por la ventana apenas puedo ver a dos palmos gracias a la niebla. Me llama, y yo bajo a la calle, descalza a veces, para sentir cómo su gélido aliento se pega suavemente a mi cara, cómo sus helados movimiento me envuelven y abrazan, cómo me hace sentir bien. La niebla es lo único que tengo ahora mismo. Lo único que tuve siempre.